Nos conocimos en la facultad, en el primer día del curso de ingreso. Eramos 5, nos hicieron poner en grupo, nos presentamos, de rigor, y encaramos la actividad propuesta. Aquel día no sabíamos demasiado. Nadie nos decía si estábamos en la misma comisión o no. Solo sabíamos que, de los 5, 3 superábamos ampliamente la edad promedio del curso. Antes de entrar, Corina y Walter ya hablaban entre sí, yo, me mantenía al margen fumando un cigarrillo, que pocos días después sabría que sería uno de los últimos. Apenas empecé a hablar una vez dentro del aula. Me sentía sapo de otro pozo.
Nadie podía decirnos en ese momento todo lo que íbamos a vivir juntos de ahí en adelante, desde ese marzo de 2003 hasta ahora. Lo bueno, lo malo, las ilusiones, las frustraciones, el apego, los ditanciamientos y las reconciliaciones.
Yo sé que a esos 2 seres maravillosos, Walter y Corina, siempre los tuve al lado, que siempre me apoyaron, me incentivaron, me enseñaron y me hicieron mejor de lo que era. Hoy los considero tíos de mi hija, amigos de mi casa, hermanos de la vida.
Walter, el tipo que mas me enseñó sobre la vida, el hermano mayor que me faltó. Siempre las palabras justas, la fidelidad absoluta; me enseñó cómo se debe leer, cómo entender, como pararme en la vida, como mirarme a los ojos, me enseñó a ver el fútbol en la cancha, a ser auténtico, a saber que hay que "pararse de manos", me enseñó a medir a la gente, las situaciones y su regla de oro: la relación profesor - materia - accesible - fácil - difícil, un hito para los finales. Walter me retó, Walter me animó, Walter no me dejó caer cuando empecé el 2006 por el piso con ganas de dejarlo todo. Walter modeló cada consejo para mi vida, con la mejor fé y sin imposiciones.
No hay muchas palabras que puedan definir a este tipo que me prestó sus libros, sus conocimientos, su verba... siempre me voy a quedar corto, nunca va a ser suficiente mi agradecimiento hacia él.
Nunca voy a olvidar el bar de cada mañana, su café en vaso, nuestras charlas de fútbol, de la gente que pasa, de nuestras infancias, de nuestros recuerdos, de nuestros sueños y proyectos... nunca, son las cosas que se quedan con uno, porque son lo mejor que nos pasa en la vida, el resto es mentira, el resto pasa, pero esto que hoy cuento, no, jamás se olvida, jamás se añora, porque cada charla que compartimos se repite en mi mente cada vez que yo quiero.
Cada vez que relea "De Jardines Ajenos" de Bioy, voy a pensar en el, cada vez que diga que alguien es menos formal que un gato, el va estar ahí, conmigo, como cada vez que escuche un chiste porque él siempre tiene uno, como aquel primer día en el pasillo del edificio de San Juan cuando me dijo..."el humor es un signo de inteligencia" tras decirme que "...hasta un reloj descompuesto, al menos, 2 veces al día, tiene razón..." y fue el primero de una serie interminable e incalculable de chistes, chascarrillos y frases inteligentes que mis limitaciones me impiden recordar.
De Cori, qué puedo decir, lo dice ella, es un ángel, un ser muy especial, también es como mi hermana, fuimos de la mano, nos separamos, nos distanciamos, pero siempre, con solo mirarnos, podemos solucionarlo todo.
De Ana Corina me queda esa entrega brutal de excelente compañera, la que piensa por los demás, soluciona problemas y lo deja todo por el grupo.
En lo personal confieso que jamás tuve una amiga como ella, no creo que la vaya a tener tampoco, tal vez por eso peleamos tanto, y tal vez por eso soñamos tanto y proyectamos mas de lo que podíamos hacer.
Somos carne y uña, compartimos muchos momentos, más de los malos que de los buenos, pero como un puntal el uno de otro. De Cori puedo decir que la conozco, y mucho, tanto como ella a mí, que somos muy parecidos, que ella es mayor que yo, aunque se empeñe en contradecirme.
De ella me queda haber compartido momentos de real amistad en los bares de la facu, me queda haberla visto llorar y haberme permitido llorar ante ella.
Ya nos conocemos el tono de voz, que nos dice mas que cualquier palabra, mis orejas rojas le dejan saber que estoy pasando nervios y sus manos transpiradas me evitan preguntarle por su estado.
Con Cori nos empujamos mutuamente, nos fijamos juntos las metas, buscamos juntos el camino, soñamos y proyectamos, nos pretendimos imprescindibles, pero no lo éramos, porque nadie lo es, sí es muy importante para mí, sí que la voy a extrañar, y mucho. Cuando esté en los pasillos, en el bar, o esperando un taxi en la esquina, voy a sentir su ausencia. De ella me queda esa típica frase de los finales "que es lo peor que te puede pasar?? que te vaya mal??, lo das en otra fecha...".
Cori me sabe vulnerable, sabe como derrotarme, como potenciarme, anularme o hacerme brillar. En el grupo asumió el rol de sobreprotectora mía, cubriéndome las espaldas cuando me negara a hacer trabajos que no fueran de mi gusto, cuidándome de la gente, de los otros y hasta alguna vez, de ella misma, con grandeza de quien quiere de verdad. A ella tampoco creo que le pueda agradecer jamás lo importante que fue y es para mí.
Este trío, que fue sumando y perdiendo gente por el camino, va llegando a su fin en cuanto a la vida universitaria que lo concibió, a esa cotidianeidad que tanto disfrutamos. Cori ya llegó a la meta, yo espero hacerlo en Julio, Diciembre a más tardar y Walter lo hará en Diciembre, sin dudas. A cada cual le tocará seguir su camino, a veces pienso que con unos años menos lo podríamos seguir juntos, pero ya estamos demasiado armados para eso. El tiempo va a demostrarnos si esta amistad sigue intacta, se recicla y reacomoda en nuestras vidas y qué lugar ocuparemos a partir de ahora para los otros.
De seguro que no los voy a olvidar nunca y voy a trabajar para seguir juntos de alguna manera, buscando alguna excusa para juntarnos, para vernos, para contarnos y compartir un café, porque com dije antes, eso es lo mejor de la vida, el resto es puro cuento.-